La comunicación humana surge en el momento en que nuestros
ancestros en su lucha por la supervivencia y en respuesta a sus instintos se
vieron obligados a transmitir a quienes los rodeaban, sus impresiones,
sentimientos, emociones.
Para ello se valieron de la mímica, de los grtios y las
interjecciones, lo que constituye un lenguaje biológico.
La evolución del cerebro humano diferenciado de los
animales, entre otras cosas permite a los seres humanos dominar una forma muy
eficiente de comunicación, la voz. Posteriormente surge el lenguaje hablado y
las manifestaciones pictóricas. Aparecen las pinturas rupestres, los jeroglíficos;
pudiendo así el hombre, por primera vez expresar su pensamiento de un modo gráfico.
La voz facilita enormemente la transmisión de información y
conocimientos a las generaciones futuras. Las experiencias difundidas a través
de palabras se hicieron cada vez más ricas, y permite a los humanos adaptarse a
nuevos entornos mucho más rápidamente que antes, en efecto, la evolución humana
biológica fue superada por el progreso tecnológico y la evolución
socio-cultural. La conversación hacía más fácil la coordinación y la cooperación.
Sin embargo, la sola voz, como comunicación no es perfecta. La palabra hablada
basa la información transmitida en la memoria humana, que es una herramienta
imperfecta. La memoria puede darse, perderse en el tiempo o simplemente hay un límite
en lo que uno puede recordar. Pero el extraordinario progreso creciente no se
detiene y la comunicación va avanzando entre el arte rupestre, petroglifos,
pictogramas, los ideogramas, la escritura y el alfabeto.
La aparición de seres comunicantes es un extraordinario
resultado evolutivo. Extraordinario, porque la capacidad de comunicar nunca
hubiese sido posible sin una sucesión de transformaciones previas de los
organismos y de los comportamientos, que no eran en absoluto inevitables. Extraordinario,
porque ha transformado la historia natural orientando la evolución hacia nuevos
derroteros.
un apoyo.
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